Prácticamente desde su aparición hemos seguido con mucho interés a Merina Gris. Con la publicación de su segundo largo «ZULOA», el trío donostiarra sigue caminando por el sendero establecido con «Zerua Orain», si bien han llegado a un tramo algo más oscuro y ecléctico, pavimentado en un honestidad más cruda y personal. Pasado un mes del lanzamiento del álbum, hablamos con Julen para tratar distintas cuestiones relativas al disco y a la propia banda.
Desde los inicios del grupo hemos visto hasta 5 diseños distintos de máscaras, llegando ahora a esta última versión que ha diseñado Irene Cuesta. ¿Los cambios han obedecido a cuestiones estéticas puramente desde lo visual, o suponen más bien un reflejo del mensaje de vuestras canciones en cada periodo? En cualquiera de los casos, ¿habéis sido muy meticulosos e insistido en los detalles durante su desarrollo, o dais banda ancha a quien realice los diseños siempre y cuando cumplan unos mínimos técnicos y estéticos?
Diría que no tienen una semiótica concreta o consciente. Pero sí que siempre hemos pensado en cambios estéticos, ya sean en máscaras o en vestuario, relativos un poco a las diferentes eras artísticas de la banda. Intentamos dar banda ancha porque nos parece lo más guay a la hora de colaborar con diferentes artistas, pero la realidad es que somos super meticulosos, más de lo que nos gustaría [risas]. Normalmente solemos aportar un dossier de referencias bastante desarrollado y luego un texto donde priorizamos ciertos elementos, que casi siempre son el brillo, lo cromado y lo oscuro. De cualquier modo, todos los cambios de máscara que hemos tenido son representativos con lo que hemos vivido y lo que somos en cada momento.
Respecto a este último diseño, creo que no podría haber imaginado algo mejor para reflejar vuestra identidad sonora de “sad bangers” bajo el contexto particular del concepto de «ZULOA». Metafóricamente debe sentirse como estar unx mismx y su identidad individual dentro del agujero, con la oscuridad y la tristeza, mientras que toda luz se vea reflejada y no penetra al interior, como una bola de discoteca. ¿Pensáis que os encontráis ante el diseño definitivo?
Nos flipa el diseño. Podría ser un diseño definitivo, si no fuera por el perecer de lo material [risas]. Nos movemos bastante en los conciertos y creemos que van a envejecer peor de lo que nos gustaría, esperamos equivocarnos.
Por cerrar la manida cuestión de las máscaras: ¿Sentís que hasta el momento han cumplido perfectamente su función de hacer que le oyente se centre en el “qué” y no en el “quién”? ¿O habéis tenido alguna experiencia en la que se ha producido un efecto “indeseado»? (Tengo en mente la banalización o pormenorización que experimentaron algunas bandas históricas que decidieron ocultar su identidad similarmente).
Creemos que lo cumplió con creces en un principio, y lo que ha venido después ha sido más inesperado, pero mucho más fructífero. Diría que paradójicamente (porque a proiori puede parecer un handicap a la hora de relacionarse con tu audiencia) nos ha reforzado la identidad. Genera curiosidad y se ha convertido en algo característico en Merina Gris. No tiene lado malo, salvo las comparaciones simplistas con Daft Punk, Glass Beams, Slipknot, Ye o cualquier grupo que utilice máscaras. Pero nos lo tomamos a risas.
Pasando ya a la música, y si bien es un álbum algo más oscuro, «ZULOA» se siente como la continuación de «Zerua Orain», formando parte ambos álbumes de una carta de presentación que parece no haber terminado. ¿Qué temáticas tratadas en vuestras letras diríais que son comunes a ambos discos?
Por lo menos, no ha habido un cambio intencionado en la narrativa. Edu Ranero, un periodista, nos dijo una vez que el primer disco hablaba de cómo están las cosas, y el segundo de cómo estamos nosotrxs. No sabemos si eso es así del todo, pero nos pareció una comparación curiosa. Los detonantes para nuestras historias siempre son cosas cotidianas, que nos afectan emocionalmente, positiva y negativamente. Luego hasta donde lleguemos, depende del momento en que nos pille. Pero todo empieza por una emoción primaria. Quizás el primer disco era un poco más pretencioso a nivel discursivo, porque había una necesidad activa de tener una identidad. Ahora, eso fluye mucho más, lo que hace el discurso mucho más natural.

Es perceptible que habéis crecido como compositores de un álbum para otro. Siento que este hecho, en conjunto con el tono más oscuro que se aprecia, aporta nuevos matices a la etiqueta de “pop violento” con la que os identificáis. ¿Sentís que habéis desarrollado una versión más sofisticada de vuestra faceta más punk y sonoramente ”violenta” en vuestro segundo largo?
Buena pregunta, no sabemos muy bien qué decir [risas]. Creemos que es un disco más violento en cuanto a contenido, mucho más contundente, mucho más trascendental. A nivel sonoro supongo que hay una mayor profundidad, también en la violencia, pero al ser un disco menos uptempo quizás es un pelín menos agresivo también, en cuanto a la forma. Tiene una madurez, un reposo y una serenidad que no tiene el primero. Puede que esa falta de “urgencia” lo haga más calmado para mucha gente.
En otras entrevistas habéis comentado que «ZULOA» es más ecléctico y menos accesible que su predecesor, que cuenta con Edu (ED IS DEAD) a la producción. Supongo que tendrá bastante que ver que él haya intervenido casi únicamente, en lo que a producción se refiere, en los singles anteriores a la concepción de «ZULOA» como un todo (si bien es responsable de la mezcla y el mastering de todo el disco). ¿Cómo valoráis que alguien como Edu os diga que lo que le mandáis de primeras está ya para mezclar?
Es el ejemplo perfecto de lo que estamos diciendo en las entrevistas. Aunque esta vez Edu no esté en la producción, nos ha empoderado y validado muchísimo en todo este proceso. La admiración mutua que nos tenemos refuerza el autoestima musical y es la clave para tener fuerzas a la hora de componer un disco, que ya de por si es una actividad bastante solitaria, donde es muy fácil perder perspectiva. Edu está muy presente en «ZULOA», quizás no tanto en lo que a lo técnico o artístico se refiere (en comparación con «Zerua Orain»), pero mucho más en lo humano.
Me imagino que el feedback de Edu en esta ocasión ha sido un alivio de cara a evitar caer en la sobreproducción, teniendo en cuenta además tanto la importancia que le dais a vuestro sonido en directo como que “soléis sobrepensar las cosas” (según he podido leer por ahí). ¿Qué aspectos podéis destacar al respecto?
Más que su feedback, diría que ha sido su conocimiento. Con todo lo que nos ha enseñado y nos enseña por el camino, tenemos super interiorizada la “no sobreproducción”. Empezamos los temas con ese límite puesto, y es algo que puede parecer antinatural, pero no lo es, y cuando consigues interiorizarlo es un alivio. Puestos a sobrepensar (ya que es algo, desgraciadamente, difícil de evitar), es mejor sobrepensar en qué es lo esencial en una canción y no en cuántas capas le puedes meter hasta que te parezca que es suficiente. La sangre fría a la hora de tomar decisiones, siempre y cuando sean orgánicas y honestas, es lo que hacen de alguien un/a buen/a productor/a, y eso es algo que nos ha enseñado Ed Is Dead, implícita y explícitamente.
En todos este tiempo como Merina Gris habéis aprendido que la producción empieza desde la propia composición. Teniendo esto en cuenta, ¿le dais más importancia al timbre o a aspectos más clásicos como el ritmo o la armonía? ¿Cómo manejáis el balance entre estos dos focos del proceso compositivo?
No es que le demos menos importancia que antes, pero no miramos tanto el timbre. Diría que no lo miramos. Al final, tener un timbre concreto es más un síntoma de tener una identidad. Es algo que no controlas tanto, si consigues ser honestx contigo mismx eso va solo. El ritmo, la armonía… son cosas que estás creando en ese momento. Son más voluntarias, más conscientes. El timbre es algo más relativo a tu sello, tu marca… más irracional, y que viene un poco solo. Salvo que quieras tener un timbre concreto en algún momento, por razones artísticas. Buscamos hacer cosas que nos lleguen, creemos que el sello personal o “sonido Merina Gris” lo tendrá, si estamos siendo honestxs. Además, el timbre es algo dinámico, que va cambiando, y si en ti cambia de forma natural, la gente lo irá entendiendo como tal. Por lo menos en lo relativo a nuestra experiencia.
¿Hay algún tema del disco que consideréis que es el más representativo a nivel general del ADN de las 3 personas que conformáis Merina Gris? ¿Coincide con la canción que mejor recepción está teniendo?
¡Buena pregunta! Diría que todxs le tenemos mucho cariño a ‘Irteera’. Es como la canción mimada, la canción fetiche. Diría que no es la más exitosa. Pero es verdad que ‘lilili’, ‘Mejor*’ y ‘Lotu Zure Txakurrak’ son temas con más tirón y nos encantan también.
En vuestro recorrido por distintos medios con el fin de promocionar el álbum, me llamó la atención Sara señalando “tener en bucle lo nuevo de Ethel Cain”. ¿Os planteáis poder llegar en algún momento a combinar vuestro sonido electropop con estilos no tan accesibles y alejados de la etiqueta “banger”?
Estaría guay la verdad, porque nos gustan las dos cosas. Nos gusta lo inmediato, aunque profundo, pero también nos gusta el café para cafeterxs. Es más, te diría que depende para quién, podemos ser más poperxs, pero hay gente para la que hacemos música bastante inaccesible [risas], ¿será que estamos ahí ya? Ni idea.
Me gustaría profundizar en el concepto de «ZULOA». Cito la introducción del album visualizer: “Un agujero puede tener múltiples formas, 6 como mínimo”. ¿Cómo llegasteis a esta teoría de los 6 agujeros?
Pues con el sobrepensar [risas]. No, ahora en serio, cuando teníamos el concepto, el agujero, «ZULOA», sin desarrollar… el disco estaba muy encaminado, y al final nos gusta divagar y teorizar. Me refiero, es como seguir hablando de una película una vez la has visto, el rollo ese de cineforum pero con nuestras propias canciones y conceptos es algo que hacemos mucho, y así surgen los conceptos. Nos encanta hilar, nos encanta la cohesión (supongo que en una afán de controlar nuestra propia obra, por desgracia) y cuando lo vemos claro, lo vemos. Además, a la hora de ilustrarlo con el universo visual, la edición física, las cartas, los logos… hay ahí detrás una necesidad de mimar hasta el fin un puñado de canciones en las que te has dejado mucho.
Al ser sólo un total de 6 las canciones que se enmarcan plenamente dentro del concepto mediante la vinculación a esta serie de símbolos que habéis plasmado en el artwork, ¿cómo se conectan las 4 canciones restantes al conjunto de ZULOA bajo esta perspectiva conceptual?
No creamos las canciones después de los agujeros, más bien fue al revés. Los 6 agujeros se han creado de pura deriva existencialista pero también porque aunaban muy bien elementos que aparecían en los 10 temas. Diríamos que cada tema tiene algo de algún agujero. Por eso, en la edición física hemos hecho una leyenda de esas que ponen en los menús, para los alergenos (gluten, pescado, si algo es vegano… etc). Algo parecido a esos símbolos hay al lado de cada título de canción. Significa que cada tema tiene algo de los agujeros de los logos que aparecen a su lado.
Sabiendo que vuestrxs fans agradecen vuestro aprecio por las ediciones físicas y vuestro afán creativo más allá del plano puramente musical, ¿cómo está progresando la iniciativa de la “Carta ZULOA”? ¿Qué os empujó a desarrollarla?
El tema de las cartas fue un desvarío más de seguir divagando con la teoría de los seis agujeros. Nos apetecía llevarlo a lo físico, hubo más ideas pero esta nos gustó por dos cosas: te podía tocar cualquier carta, y eran diferentes entre sí. Y el tema de la “Carta ZULOA” fue una forma de agradecer a nuestrxs oyentes el apoyo que nos dan. Nos apetecía fidelizar hasta ese punto, para siempre.
Dejando aparte ‘Nadie cuando lloro’ y ‘lilili’, ambas con Hofe apareciendo en los créditos, ‘Lotu Zure Txakurrak’ supone vuestra primera canción que contiene simultáneamente versos tanto en euskera como en castellano. ¿Ha habido algún criterio, en particular con respecto a esta canción, para ir cambiando de un idioma a otro? ¿Y en general, cómo se desarrolla ese equilibrio lingüístico entre todas las canciones en base a otros parámetros (como pudiera ser el tipo de canción)?
Qué va. Supongo que natural del todo no es, pero no hacemos una elección consciente del idioma. Cantamos sobre todo en euskera. Somos bilingües y supongo que eso tiene que ver. Es más, le metemos bastante al “euskañol”, aunque no nos guste la verdad. Es verdad que el castellano es más navajero para decir cosas más navajeras. Pero son cosas que estamos analizando ahora, por suerte no sobrepensamos demasiado con eso.
¿Habéis pensado en escribir letras en otros idiomas distintos a vuestras lenguas maternas si es que os permite expresar verbalmente lo que sentís en un momento dado?
Qué va [risas], quedaría raro. Y mira que escuchamos (sobre todo) música en inglés. Pero en mi opinión [Julen], es algo que, en algún momento del proceso, quedará un poco forzado. Yo prefiero escribir en el idioma en el que me expreso.
En ‘Hiru Damatxo’ habláis de la gentrificación que afecta a vuestra Donosti natal. Más allá de la evidente dificultad que acarrea sobre vuestra habitabilidad y esa sustitución antropológicamente espiritual del tejido humano de un pueblo por el de un museo o un circo, ¿estáis notando un impacto directo sobre el tejido musical de la ciudad al igual que sucede en otras ciudades de España en las que estamos asistiendo al cierre de un número importante de salas de conciertos o ensayo que acaban metamorfoseando en locales de ocio que obedecen a estas tendencias turbocapitalistas?
Sí, 100%. Y eso que Donosti tiene una diversidad musical que hace una década no tenía. Pero las trabas están presentes desde el día en que nacimos. No hay locales de ensayo, y no será por sitio, ni por dinero. Al ayuntamiento no le interesa promover (de verdad) la escena musical local. Si quieres un sitio para ensayar relativamente permanente o estable (que cualquier persona que haya tenido un grupo alguna vez sabe que eso es imprescindible), tienes que irte a un polígono y pagar 300-400 euros al mes. ¿Cómo se va a permitir eso un grupo que, casi seguro, no vive de ello? Se nos trata como si fuésemos una kuadrilla de amigxs que tiene un grupo como un pasatiempo. Y, evidentemente, eso existe, pero no se distingue entre esa gente y la que nos queremos dedicar profesionalmente a ello. Y de las salas, ni hablamos. Nos pilla algo más lejos, pero no tiene ningún sentido que una ciudad de casi 200.000 habitantes, que se llena la boca con palabras como “cultural” y se cree cosmopolita, no tenga ninguna sala de conciertos de entre 500 y 1000 personas de aforo, en un sitio accesible, que incentive a la gente a ser más activa como consumidora de cultura. Y las salas como el Doka o el Dabadaba (que nos salvan/dan la vida) no se encuentran más que con trabas y la espalda de la directiva municipal, cada vez que tienen que dar un paso.
Habéis estado hablando en otros espacios de apelar al oyente y de que las personas sientan lo que queréis transmitir. ¿Cómo de relevante resulta acudir a vuestros conciertos en vuestra propuesta para poder entender y conectar con Merina Gris en su totalidad?
Absolutamente relevante. Si no nos has visto en directo, te estás perdiendo el 50% de la banda. Quien nos ha visto lo sabe [risas]. Tiene mucho que ver y a la vez no tiene nada que ver con nuestra música de estudio. Pero lo que tenemos claro, es que se complementan y se entienden en su totalidad.
Hablando de conciertos precisamente, por el momento tenéis fechas confirmadas por varias localidades de Euskadi y Navarra, un concierto en París teloneando al gran Fermín Muguruza, y en el Festival Cruïlla. ¿Hay algunas fechas más para el verano o más adelante que se puedan confirmar?
Que se puedan confirmar, no, [risas]. Pero no porque no queramos. Tocaremos bastante en verano, por Euskal Herria sobre todo. Nos iremos a un país muy lejano, dentro de Europa. Estaremos también por Cataluña, y tenemos pensado bajar a Madrid y Valencia (como mínimo) después de verano.
Ya para terminar, ¿cómo se gestionó vuestro fichaje por Sonido Muchacho? Tengo entendido que desde el sello os contactaron antes de que vosotros hicierais un pitch para ellxs. ¿Cómo os vendieron su interés en ficharos?
Nos tiraron un DM y fue la hostia. Los conocíamos, y nos flipa su roster. Nos dijeron que les flipaba la banda y que hacía tiempo que sonaba nuestro nombre en su oficina. Al principio no te lo crees, no solo por el síndrome del impostor, sino porque también hay una barrera (bastante psicológica) lingüística y territorial. Pero luego los conocimos, vimos que era gente con grupos, gente como nosotrxs, y que nos lo decían de verdad. Y vimos que creían en nosotrxs. Y no hay nada mejor que eso.
[Autor]: Dan (J.) Marquess
Más historias
Mike Bordin: «Mike Patton no está dispuesto a hacer conciertos con Faith No More»
Fyre Fest 2 se pospone
Greet Death anuncian nuevo álbum y estrenan ‘Country Girl’