“ZULOA. ¿Estaba presx o escondidx? Un hoyo no es un refugio. Estar presx en el agujero, ser presx del agujero. Y salir del agujero. Cuando se perfora el agujero, el agujero es la salida. El agujero era la salida. El duelo es amargo, también catártico. El miedo podría salvarte la vida pero ten claro que te la joderá. No hay más salida. El cielo, ahora. ¿Cuándo si no?”. Con estas palabras (traducidas del euskera) nos presentan Merina Gris su segundo largo, «ZULOA», hace ya un mes en sus redes y en el album visualizer subido a YouTube. En un ejercicio de introspección de poco más de media hora, el trío donostiarra se introduce en sus agujeros particulares (sí, en plural ¤ ▼ ╬ § ☼ Δ) a bailar con sus fantasmas a ritmo de electropop hasta encontrar la luz en mitad de la oscuridad, no tanto para buscar una salida sino para iluminar el agujero mientras transitan a través del mismo.
A grandes rasgos, «ZULOA» supone una continuación de lo sembrado por Julen, Paskal y Sara en su debut «Zerua Orain», donde queda demostrado que el electropop de artistas como Mura Masa, Flume o Charli xcx puede casar con propuestas más rockeras como Fontaines DC o Bring Me The Horizon, sin nada que envidiar a los últimos discos de una banda como PVRIS. Por aquel entonces contaron con Edu Ostos (ED IS DEAD) a cargo de la producción, mezcla y masterización. Si bien la intención era repetir con él todas estas etapas para este segundo álbum, nos encontramos ante un decálogo sonoro prácticamente autoproducido, con Julen (o JEWLN) a los mandos de la primera y más importante de entre las tres etapas mencionadas (completando Edu el resto del proceso). Se nota una mayor meticulosidad y sofisticación en la composición, como consecuencia de lo aprendido tras la gestación del primer largo. Es algo que genera una suficiente confianza como para dejarse llevar por un “todovalismo” que ha derivado en un disco más ecléctico y quizá menos accesible que su predecesor. Al parecer la banda ha recibido comentarios de fans y allegadxs refiriéndose a «ZULOA» como un álbum “menos adolescente”. No niego que, por irónico que pueda sonar, se siente que en su “pop violento” subyacen elementos de fineza y elegancia.
En el apartado lírico, nos encontramos ante una colección de versos que en conjunto definen un paisaje narrativo con aspiraciones apelativas, para compartir con lxs oyentes la introspección y cruda honestidad que Merina Gris ha llegado a expresar con este trabajo. Todo ello queda reflejado en una reinterpretación del término “zuloa” (palabra que significa “agujero” en castellano, por si no había quedado claro llegados a este punto), queriendo ver más allá de su predecible oscuridad y jugando con las distintas posibilidades que ofrece el término en euskera: butroia (butrón), hobia (fosa), arrakala (brecha), hutsa (vacío), lukana (lucerna), y gotorlekua (fortaleza). Por lo tanto, se dibuja una ambivalencia con la que transitan de sentimientos negativos a otros positivos, ya sea por decisiones conscientes o necesidades inherentes.
Tras inicialmente darnos en la cara con ‘Aurpegian’, Merina Gris se mete de lleno por el agujero con ‘Nadie cuando lloro’, banger percusionado con espíritu trap para el que cuentan con Hofe acompañando a Sara a la voz. Ambxs cantan a la sensación de falsa compañía y soledad acompañada que supone el agujero (“muchos cuando río, nadie cuando lloro”). Le sigue ‘lilili’, una balada construida a base de glitches que nutren de nostalgia una relación de pareja que dejó de ser tal, añorando a la persona que nos podía haber acompañado en el agujero o incluso sacado de él.
Agujero es también sentirte desplazado en tu propio hogar, en el entorno que te vio crecer, y esto es la idea que plantean en ‘Hiru Damatxo’, su himno irónico a la par que pesimista contra la gentrificación en su Donostia natal, en un canto hyperpopero en defensa del tejido humano que mantiene la vida y cotidianidad en las ciudades. La cara A del disco termina con ‘Lotu Zure Txakurrak’, quizás el highlight principal del disco (al menos para un servidor), con la que realizan un ejercicio de industrial pegadizo, y plantean la toxicidad y tendencia al conflicto que emanan en unx como negación ante la sensación de estar en el hoyo.
Pasamos a la cara B con probablemente la canción más brutalmente sincera a nivel de letras en ‘Mejor*’. Una balada que comparte temática con ‘lilili’, con Sara en primer lugar reflexionando sobre los sentimientos que nacen de este dolor (“tengo miedo a sentir tanto, pero más a no sentir”) y Julen en segundo lugar mirando ya desde fuera del hoyo a lo que se quedó atrás (“he salido del agujero pero me jode que sea sin ti”); de fondo, una instrumental fundamentada sobre unos arreglos de cuerda frotada y en la que llama la atención ese sample como “de ametralladora” que podría aludir a agujerear el agujero desde dentro para poder salir. Ya desde fuera del agujero (o al menos se podría pensar así), en ‘Origami’ se reflexiona sobre los vínculos afectivos y su valor en términos de tiempo y de honestidad.
Merina Gris también quieren sacar a otras personas de sus hoyos particulares, como sucede en ‘Triste Dabil Aita’, con la que se centran en la figura del padre y la masculinidad hegemónica: empiezan a sentir los mismos miedos y vulnerabilidades, pero al contrario que sus padres, se niegan a vivir con la coraza que encierra dichos sentimientos por mandato del heteropatriarcado, y pretenden liberarlos también de esa imposición que toda la vida les ha ido envenenando poco a poco. En ‘Irteera’, la banda plantea su sonido desde el post-punk para poner banda sonora a su reflexión sobre su tiempo en el agujero pero ya estando fuera, con las cicatrices que esto dejó en ellxs, y como básicamente el miedo se impone a nuestro libre albedrío y nos hace presxs de su voluntad mientras podemos sentir que en realidad nos estamos escondiendo (“el miedo podría salvarte la vida pero ten por seguro que hará que te la pierdas). Y con ‘Добро’ (traducido como ‘bien’ del serbocroata) se pone fin a este viaje, dándose a entender que quizá habrán salido de un agujero cuando en realidad se encuentran dentro de uno más grande pero en el que han sabido buscar la luz para adaptarse a esta realidad lo mejor que se pueda (“no estar mal es estar bien”).
Con «ZULOA», Merina Gris añaden un capítulo más a una carta de presentación que todavía no está terminada, pero solidifican y cimentan su identidad sonora a la vez que coquetean con otros estilos que puedan casar hábilmente con su electropop. En cualquier caso, se nutren de un motor interno que funciona a base de trasladar al oyente con total fidelidad todo lo que sienten para que les llegue de vuelta en forma de conexión emocional y así poder seguir alimentando la máquina. En su conjunto, este segundo esfuerzo se siente entre un decente y sólido notable.
p.porcar
Pros
- El balance entre meticulosidad y descaro a la hora de probar nuevas ideas es bastante equilibrado; el aspecto conceptual nutre de solidez al conjunto de las canciones.
Contras
- En los instantes en que se alejan de la electrónica falta cierta cohesión tímbrica con la que le oyente más casual puede no casar, pudiendo dejar de comprar la idea del álbum como un “todo”.
Más historias
Gel se separan culpando a su ex guitarrista de «actos atroces»
Primeras confirmaciones del Atlantic Fest 2025 (Primal Scream, Slowdive…)
Cartel por días del Bilbao BBK Live 2025